La rehabilitación de la fachada es una de las obras más comunes llevadas a cabo en los edificios y uno de los asuntos que más controversias suscitan entre las comunidades de vecinos.

Son muchos los motivos que pueden llevar a obligarnos, ya sea a nivel particular (en nuestra vivienda unifamiliar) o a nivel comunitario (fachada de un edificio de viviendas), a tener que restaurar una fachada.

A continuación vamos a considerar algunos de ellos:

 

Razones para rehabilitar una fachada

Cada 25 o 30 años los edificios requieren de una rehabilitación de la fachada total o parcial para arreglar los desperfectos producidos por el paso del tiempo y la climatología.

En primer lugar, habrá que detenerse a observar la posible existencia de problemas graves que hagan necesaria la rehabilitación del edificio.

Así, un primer problema que puede obligar a una intervención de mejora es el deterioro de la fachada y de los elementos exteriores, lo que puede llegar a provocar desprendimientos debido a grietas y otros desperfectos que pueden producirse por la acción continuada del frío o la lluvia.

Otro aspecto que puede obligar a la rehabilitación, y que suele ser muy común en edificios con gran antigüedad, es el deterioro de vigas y pilares hasta el punto de comprometer la estabilidad del inmueble y la seguridad de sus habitantes.

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Pero también las zonas interiores pueden obligar a una intervención de mejora para adaptarse a los nuevos tiempos: la eficiencia energética del edificio o la accesibilidad para personas con dificultades suelen ser déficits de los inmuebles antiguos y deben ser corregidos para asegurar su habitabilidad.

Tras llevar a cabo todas o algunas acciones de reforma de un edificio los beneficios para el propietario o los inquilinos son evidentes:

En primer lugar, el edificio aumenta exponencialmente su valor, tanto para ser vendido como alquilado, ya que se le suma la calidad de una reforma que hace que un piso antiguo tenga las mismas certificaciones y calidades que uno de obra nueva.

Por otro lado, el ahorro energético hará que las facturas de luz, agua o calefacción se reduzcan drásticamente.

Por último, el valor estético de una rehabilitación de la fachada, o la seguridad que aporta una reforma estructural, son aspectos que mejoran la calidad del inmueble y la vida de sus habitantes.

 

Sistemas de rehabilitación de fachadas

Para estos problemas que obligan a la rehabilitación de edificios, las soluciones son muy variadas, ya que tanto las técnicas como los materiales de reforma han evolucionado mucho y proporcionan resultados óptimos en cada intervención.

Sistema de enfoscado de cemento

El sistema de enfoscado de cemento es el más duro y resistente. Por lo que es el revestimiento más usado en rehabilitación de viviendas de bajo presupuesto y en la práctica totalidad de las medianeras.

Los aspectos negativos de este sistema son numerosos: es excesivamente rígido y se agrieta con facilidad, no aporta ningún tipo de aislamiento térmico y acústico,y su aspecto final es muy pobre, por lo que al final suele pintarse o cubrirse con un material más fino.

Es el sistema de rehabilitación que menor inversión inicial requiere, sin embargo, debe tenerse en cuenta que necesita un mayor mantenimiento con el tiempo.

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El sistema de enfoscado monocapa

El sistema de enfoscado monocapa consiste en la aplicación de un mortero predosificado industrialmente que se extiende o proyecta sobre las paredes de cerramiento en una sola capa de unos 15 mm. de espesor, con distintas posibilidades de texturas y colores que constituye el acabado de fachada.

El mortero tiene buenas propiedades impermeables y transpirables que contribuyen al buen comportamiento higrotérmico de las fachadas, aunque no supone ninguna mejora en su aislamiento térmico acústico del edificio.

El sistema SATE

El sistema SATE (sistema de aislamiento térmico por el exterior) consiste en la colocación en la cara externa de las fachadas de planchas de aislamiento térmico, de poliestireno expandido o lana mineral, adheridas al muro mediante adhesivos o tacos de plástico para evitar la corrosión.

El aislante se protege con un revestimiento constituido por una o varias capas protección, una de las cuales lleva una malla como refuerzo.
Finalmente, se coloca un revestimiento decorativo coloreado impermeable al agua de lluvia y transpirable que puede presentarse con distintas terminaciones: rayado, gota, fratasado, liso.

Normalmente, se utiliza mortero acrílico que ofrece una altísima capacidad de impermeabilización, pero a su vez permite una alta transpiración del vapor de agua, por lo que se ensucia poco y es muy resistente a las inclemencias meteorológicas, manteniéndose inalterable y con colores vivos a lo largo del tiempo.

Permite conseguir ahorros en la factura energética estimados entre un 63% en verano y un 70% en invierno.

 

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